¡Tu carrito está actualmente vacío!
Cómo atender a tu primer paciente: entre la ilusión y el miedo

Atender tu primer paciente como psicóloga es un momento que marca un antes y un después. Es esa mezcla intensa entre la ilusión de poner en práctica todo lo que has aprendido durante años de formación y el vértigo de pensar: “¿Y si no estoy preparada?”
Si estás a punto de abrir la puerta de tu consulta por primera vez, si ya lo has hecho y aún sientes inseguridad, o si te estás formando y anticipas ese primer paso como un gran salto al vacío, este artículo es para tí, psico. Porque no, no estás sola y lo que sientes es muy común. Si es tu caso, ¡sigue leyendo y lo vemos juntas!
1. ¿Por qué sentimos que no estamos preparadas para el primer paciente?
Podríamos pensar que después de una carrera universitaria, un máster habilitante (y a menudo alguno de especialización), cientos de horas de estudio, prácticas y supervisión, llegaríamos a consulta con seguridad. Pero la realidad es distinta: muchas psicólogas experimentan miedo, inseguridad y dudas justo al empezar.
En parte, esto se debe al tipo de trabajo que realizamos. Sostenemos historias, emociones, procesos vitales, (incluso algunos que nosotras, por edad o condiciones no hemos vivido aún). Hay un nivel de responsabilidad emocional y ética muy alto, y esto puede activar la idea de que “debería saber más”, o “necesito otra formación antes de empezar”.
Todas salimos de la carrera y máster con la sensación de estar poco preparadas y con mucha responsabilidad por el tipo de trabajo al que nos enfrentamos.
Esta sensación es válida, pero no siempre está alineada con la realidad. Y ahí es donde empieza el verdadero trabajo: diferenciar entre lo que sentimos y lo que objetivamente podemos sostener.
2. El momento de dar el salto: lo que nadie te cuenta
Hay muchas cosas que no se dicen en clase, ni en los manuales, ni siquiera en las prácticas. Por ejemplo, cómo se siente ese primer silencio en sesión, cómo es preparar una psicoeducación o una dinámica y ver que la paciente nos trae a consulta otra cosa y tenemos que “improvisar”, o ese momento en el que te preguntas si hiciste bien en intervenir… o si deberías haber esperado.
Muchas psicólogas, al empezar, tendemos a sobreanalizar cada sesión y a revisar todo mentalmente: “¿Habrá sentido que le escuché? ¿Era el momento de introducir esa pregunta? ¿Tendría que haber gestionado mejor el cierre?, “Igual piensa que no tengo ni idea de la vida…”
Es totalmente normal. Forma parte del desarrollo profesional. Lo importante es no quedarte sola en ese análisis y no entrar en ese bucle de “Y si…” que te puede bloquear más que ayudar, así como darte permiso para aprender mientras ejercemos. Por ejemplo, si verdaderamente te has dejado una pregunta sin hacer, puedes hacerla en la siguiente sesión y si te quedaste con una sensación extraña tras un cierre, puedes ponerlo encima de la mesa. Y no pasa nada.
También puede ayudarte haber estado en el otro lado, como paciente. Esa experiencia nos permite tener perspectiva, empatía, conocer lo que se siente al estar del otro lado del sillón y también, según los casos, podremos ver cosas que resuenan con nosotras con mayor facilidad.
- Ejemplo: Darnos cuenta de que una persona racionaliza sus emociones como mecanismo de defensa es complicado, precisamente porque su discurso sobre las emociones está perfectamente hilado. Sin embargo, si es algo que yo he tiendo a hacer y que me han señalado en terapia como paciente, quizás será más sencillo estar al quite.
3. Más allá de la sesión: el reto del mundo laboral
Ejercer como psicóloga implica mucho más que dar sesiones. Empezar también significa enfrentarte a cuestiones prácticas que no suelen abordarse durante la formación: precios, facturas, estructura legal, gestión del tiempo, sostenibilidad económica.
Este lado “invisible” también genera inseguridad, especialmente cuando se mezcla con el miedo a no estar preparada. Y puede llevarnos a infravalorar nuestro trabajo, cobrar por debajo del mercado o asumir más carga de la que podemos sostener.
4. ¡Cuidado con el Síndrome de la impostora!
Aquí es donde entra un fenómeno muy habitual: el síndrome de la impostora. Ese pensamiento recurrente de que no eres suficiente, de que no estás a la altura, de que lo que sabes no basta.
Es importante saber que este patrón no aparece porque no estés capacitada, sino porque te cuesta reconocerte en tu rol de psicóloga y esto, especialmente al principio, es normal.
Identificarlo a tiempo te ayudará a no dejar que guíe tus decisiones, tus tarifas o tu manera de estar en sesión. Y sobre todo, te ayudará a no bloquearte y poder empezar independientemente de lo que te esté diciendo tu cabeza. Reconocer que existe no te debilita, te permite trabajar desde un lugar más consciente y honesto.
5. Seis herramientas para empezar con más seguridad
Aquí van algunas estrategias y recursos prácticos para transitar con más calma ese primer tramo profesional:
Supervisión clínica
Tener un espacio donde compartir tus dudas, revisar casos y recibir feedback es fundamental. No solo mejora tu práctica, sino que alivia la carga emocional del “tengo que poder sola”.
Red profesional
Rodearte de otras psicólogas en tu misma etapa o con más experiencia te conecta con una red de apoyo, referencias, y validación profesional. Además, te permite ver que más gente está pasando o ha pasado por lo mismo que tú. Puedes encontrarlo en asociaciones, grupos de WhatsApp, redes o supervisión grupal.
Pon límites y cuida tu tiempo
Evita sobrecargarte “para demostrar que puedes”. Sostener muchas sesiones seguidas, no parar, o decir que sí a todo termina generando desgaste y puedes llegar a experimentar burnout. Siempre que sea posible, empieza poco a poco, viendo pocos pacientes a la semana. Esto te dará tiempo para procesar las sesiones, poder prepararlas mejor, supervisar, aprender sin prisas y adaptarte al ritmo de trabajo real.
Revisa tu diálogo interno
Frases como “no sé suficiente”, “no estoy lista” o “no soy tan buena” pueden sonar automáticas… pero no son verdades. El lenguaje interno afecta a cómo nos sentimos y es importante cuidarlo. Empieza a cuestionar este tipo de afirmaciones y reemplazarlas por afirmaciones más realistas y amables.
Busca referentes y formación con sentido
No necesitas hacer otro máster para sentirte válida. Lo que sí puede ayudarte es buscar contenido o formaciones breves que respondan a dudas reales (primeras entrevistas, gestión emocional, documentación, etc.), pero sin caer en la acumulación de formaciones.
Apóyate en una gestoría desde el principio
Si vas a trabajar como autónoma, (lo cual es probable si ejerces la psicoterapia en España) tener una gestoría o profesional que se encargue de los trámites fiscales, seguros, modelos trimestrales y facturación es un gran alivio. No tienes por qué saber de todo desde el primer día. Externalizar esta parte te permitirá centrarte en lo clínico y reducir mucha carga mental y administrativa.
Finalmente… una ayudita no viene mal
Además de estos tips para ayudarte a empezar, te dejamos también una mini guía con preguntas que puedes hacer de cara al inicio y cierre de las sesiones así como algunas “devoluciones” para esas veces en las que (como puede ser normal) nos quedamos en blanco y no sabemos cómo formularlas. No son mágicas, pero pueden ser buenos puntos de partida.
6. Conclusión
El miedo a atender al primer paciente es legítimo. No dice nada malo de ti. Al contrario, dice que te importa lo que haces. Que comprendes la responsabilidad que implica tu trabajo y que quieres hacerlo bien. Pero hacer terapia no es tener todas las respuestas, ni dar la intervención perfecta. Hay que estar informada, y trabajar acorde con la evidencia, sí, pero también es saber sostener, escuchar, acompañar. Es estar presente.
Empieza donde estás, con lo que tienes. Lo demás se aprende en el camino, con práctica, supervisión y autocompasión.
¿Qué te ha parecido? ¡Déjanos tu valoración aquí abajo y compártenos con otras psicólogas o en tus redes sociales!
7. Fuentes
Foladori, H. (2009). Temores iniciales de los estudiantes de psicología ante el inicio de la práctica de la psicología clínica. Terapia Psicológica, 27(2), 161–168. https://www.scielo.cl/scielo.php?pid=S0718-48082009000200002&script=sci_arttext
Rothwell, C., Kehoe, A., Farook, S., y Illing, J. (2019). The characteristics of effective clinical and peer supervision in the workplace: A rapid evidence review. Health and Care Professions Council. https://www.hcpc-uk.org/globalassets/resources/reports/research/effective-clinical-and-peer-supervision-report.pdf

Ana Álvarez
Psicóloga general sanitaria
Activar Nervio Vago Autoexigencia Beneficios de la psicoterapia integradora Beneficios del enfoque integrador Formación en trauma Perfeccionismo Psicoterapia Psicólogas Síndrome de la impostora Síndrome de la impostora en psicólogas